En los últimos días ha estado circulando en internet un video con un repartidor de Bimbo que mete en su chaleco algunos productos que previamente había colocado en un mostrador de una pequeña tienda. Pocos sabrán cuál es el nombre del repartidor, pues para efectos prácticos, es ‘el repartidor de Bimbo que robó a un anciano’. No sabemos nada de su historia personal, ni cuánto tiempo había trabajado en la empresa, pero eso poco importa a la opinión pública. En efecto, el hombre en cuestión deberá cumplir la sanción que las autoridades civiles determinen, y seguramente pasará vergüenza entre su círculo social, pero el daño no es únicamente a su reputación personal, sino a una empresa que desde su fundación se ha distinguido por vivir y promover sus valores institucionales.